Los insectos pueden electrificar el aire hasta 1.000 voltios por metro, tanto como una nube de tormenta. Este tipo de electricidad contribuye a configurar los fenómenos meteorológicos.
La atmósfera de la Tierra está electrificada en mayor o menor medida, incluso cuando no hay tormentas. Y si bien se sabe que estos campos eléctricos responden a procesos físicos y geológicos, hasta hace poco no se había considerado el efecto de las fuentes bióticas, es decir, las procedentes de los seres vivos.
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